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Derechos humanos, no suficientemente universales.

Columna a cargo del padre Daniel Bevilacqua, de La Parroquia San Cipriano, dedicada a la reflexión espiritual. Cuando se respeta la dignidad del hombre y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común.

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Fratelli Tutti: Cap I. Las sombras de un mundo Cerrado.

Por el padre Daniel Bevilacqua

El Papa Francisco, nos dice que de hecho los derechos humanos no son iguales para todos. Todos vemos que esos derechos son manipulados para restarles alcance, de manera que no brinden la protección que esperan. En el año 2014, expresó: “Cuando se respeta la dignidad del hombre y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común.”

Vemos en el mundo de hoy que persisten numerosas formas de injusticias que no dudan en explotar, descartar, e incluso matar al hombre, porque mientras una parte de la humanidad vive en la abundancia otra parte ve su propia dignidad despreciada y maltratada.

Ante esta realidad, surge la pregunta inevitable: ¿Qué dice esto acerca de la igualdad de derechos humanos construidos sobre el cimiento de la misma dignidad humana?

Que a pesar de que la Comunidad Internacional ha enunciado diversos acuerdos para poner fin a numerosas formas de sometimiento como la esclavitud, en todas sus formas, y ha dispuesto, varias estrategias para cambiar y remediar este fenómeno. Todavía hay millones de personas, niños, mujeres y hombres de todas las edades obligados a vivir en condiciones semejantes a la esclavitud. En la raíz de esta situación, se encuentra la una concepción reductiva de la persona humana, que admite que puede ser tratada como objeto.

La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, y/o reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño, la manipulación psicológica; y termina siendo tratada como un algo, y no como un ser humanos.

A lo largo de la historia contemporánea, nos encontramos con personas que se oponen a estas situaciones de injusticia; y que han consagrado sus vidas, para lograr cambios necesarios y transformar circunstancias de humillación en vidas restauradas en su dignidad. Vamos a reconocerlos en algunas de sus palabras, que muestran sus acciones que fueron obras:

Mahatma Gandhi, dijo: “La no violencia, la mayor fuerza a disposición de la humanidad es más fuerte que la más poderosa arma de destrucción concebida por el ingenio del hombre.”

Martin Luther King, dijo: “La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia de todas partes.”

Nelson Mandela, dijo: “Si hablas a un hombre en un lenguaje que comprende, eso llega a su cabeza, si le hablas en su lenguaje, eso llega a su corazón.”

Todos podemos hacer algo pequeño o grande y como cada uno se disponga. Y aquí radica nuestra esperanza cristiana: en la certeza de saber que Jesús nos acompaña y fortalece. Tomemos ánimo de esta frase de esta santa tan cercana a nuestro recuerdo.

Teresa de Calcuta, dijo: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos, si le faltara esa gota”.

En momentos y lugares, donde la falta de respeto a la dignidad propia del ser humanos parece imponerse; la vida de las personas mencionadas, es una fuente de inspiración permanente. Sus aportes, que no podemos cuantificar en términos mercantilistas o financieros, son invaluables. Gente de esta medida espiritual, nos desafía para que nosotros tomemos la posta y seamos constructores de una cultura del encuentro y la fraternidad, propiciando “que los seres humanos se comporten fraternalmente los unos con los otros” Cfr. DUDH art 1.

No dejemos que los otros construyan para nosotros, vidas con las que no estemos de acuerdo. Trabajemos intensamente para construir la Cultura del Encuentro. Hagamos para las generaciones futuras un mundo donde nadie se sienta solo; sino un lugar donde todos se sientan hermanos, y miembros de la familia de los hijos de Dios, la familia humana.

Los abrazo, Hermanos Todos en el Señor.

Colaboradores de la Pquia. San Cipriano, y Padre Daniel.

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