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¿Qué comemos? ¿Podemos garantizar una buena alimentación?

Por Teresa La Valle - UBA/UNTREF/SADAF

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Hay buenas noticias: Sí, podemos. #

Cada vez son más los informes y advertencias sobre los componentes de los productos alimenticios. Informes muy preocupantes, por cierto. Muchos de esos componentes no están indicados con claridad en los envases. A veces aparecen algunos, pero resultan incomprensibles para quienes no somos especialistas.

Desde hace tiempo, muchos los profesionales y grupos de ciudadanos preocupados exigen que se incorpore un rotulado claro en los envases. Y que se informe sobre los efectos de algunos de esos componentes sobre la salud de niños, adolescentes y adultos.  Los resultados son débiles, por ahora.

Esto podría cambiar radicalmente si se incorporaran principios ecológicos a la producción agropecuaria. Y así lo demuestran muchos estudios sobre el tema. Hace pocos días, la Fundación Bunge y Born entregó su muy prestigioso Premio Estímulo a Lucas Garibaldi, investigador del CONICET y director del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales y Desarrollo Rural (INRAD).

Garibaldi y su equipo investigan uno de los principales problemas que afectan nuestra calidad de vida: se concentran en cómo producir sin destruir el medioambiente. Producir más, pero promoviendo la biodiversidad.

Y es urgente: inundaciones, degradación de la tierra, pérdida de la calidad del agua, la calidad de la alimentación, caída del empleo, problemas de salud son el resultado, dice Garibaldi, de “cómo estamos llevando adelante la producción animal, agrícola y forestal con el predominio del monocultivo y el uso creciente de agroquímicos que destruyen la biodiversidad.”

Todos tenemos que involucrarnos: políticos, consumidores, productores. Cada vez que decidimos comprar y consumir un alimento estamos promoviendo un sistema agropecuario u otro.

En varias provincias, se multiplican las chacras orgánicas, sin agroquímicos, que preservan el hábitat natural. Y no es por una ley o reglamentación sino por cambios en las preferencias de los consumidores. Sucede lo mismo en muchos países.

Y esta es la excelente noticia: la presión social que pueden ejercer los consumidores es clave para un verdadero cambio productivo.

En parte, está en nuestras manos, es nuestra responsabilidad.

¿Estamos dispuestos a asumirla para nuestro bien, el de nuestros hijos, nuestro prójimo y el futuro del planeta?

Teresa La Valle – UBA/UNTREF/SADAF

# Ver www.conicet.gov.ar

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