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Hace 250 años nacía Ludwig van Beethoven, el genio de la música clásica

En la ciudad alemana de Bonn, el 16 de diciembre de 1770 nació Ludwig van Beethoven. Compuso 9 sinfonías, dos misas, tres cantatas, 32 sonatas, 5 conciertos para piano, uno para violín, un triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, 16 cuartetos y una ópera, "Fidelio".

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En la ciudad alemana de Bonn, el 16 de diciembre de 1770 nació Ludwig van Beethoven. Compuso 9 sinfonías, dos misas, tres cantatas, 32 sonatas, 5 conciertos para piano, uno para violín, un triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, 16 cuartetos y una ópera, «Fidelio». Murió a los 56 años, aquejado por una sordera y en la soledad que él eligió.

El compositor alemán Ludwig van Beethoven, nacido hace 250 años, el 16 de diciembre de 1770 en la ciudad de Bonn, por entonces ubicada en el Arzobispado de Colonia, en el Sacro Imperio Romano Germánico, es, sin duda, uno de los artistas que, además de la enormidad de su música, goza de una popularidad que excede a la academia.

Es muy raro que alguna persona no sepa tararear las primeras notas de su Quinta Sinfonía o que no se haya emocionado con su «Himno a la alegría», perteneciente a la Novena, aun sin saber su origen y en versiones que distan de lo discreto, sobre todo en voces de cantantes populares españoles.

También se sabe que en sus últimos tiempos era sordo, que tenía mal carácter, que compuso la Novena de memoria y que cuando terminó de dirigirla se quedó en el podio sin notar que la sala se venía abajo de aplausos hasta que lo obligaron a darse vuelta y observó al público.

Esa extraña familiaridad con la gente común, que guarda en su memoria la imagen desmelenada que le dan las ilustraciones y las pequeñas esculturas atesoradas en las casas de los pianistas, es distinta al conocimiento que se tiene de otros músicos de su calibre.

Muerto en Viena, Austria, a los 56 años, Beethoven recorrió desde el clasicismo hasta el romanticismo, y compuso nueve sinfonías –más una décima inconclusa-, dos misas, tres cantatas, treinta y dos sonatas, más cinco conciertos para piano, uno para violín, un triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, dieciséis cuartetos y una ópera, «Fidelio», que, se estima, nunca lo satisfizo.

Al parecer, su padre –de orígenes humildes- quería crear un nuevo Mozart, y desde la más tierna niñez le hizo estudiar numerosos instrumentos, al punto que a los siete años llegó a ofrecer un concierto público, presumiblemente de piano, en la ciudad de Colonia.

Alrededor de sus 30 años viajó a la corte de Viena, en Austria, donde se codeó con lo más granado del poder, pero una carta le avisó de la inminente muerte de su madre y debió volver a Alemania: allí lo esperaban, junto a la agonizante, su padre dado a la bebida y varios hermanos de los que tuvo que hacerse cargo.

Fue por entonces que en Bonn conoció al conde Ferdinand Ernst Joseph Gabriel Waldstein, quien se interesó francamente por su talento y decidió transformarse en su mecenas: en agradecimiento Beethoven le dedicó su Sonata número 21 para piano en do mayor, opus 53 (1803), conocida como «Sonata Waldstein».

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