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La conciencia histórica se recupera con la visión del nosotros.

Continuando con la columna a cargo del padre Daniel Bevilacqua, de La Parroquia San Cipriano dedicado a la reflexión espiritual. El Papa Francisco hace un diagnóstico de la realidad, que vivimos y advierte que hay una penetración cultural, de parte de los que controlan los recursos materiales y económicos. Estos pretenden que olvidemos el pasado, para partir desde cero dejando en pie solo el consumismo y el individualismo.

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Queridas hermanas y hermanos, seguimos viendo los primeros puntos de la Carta Fratelli Tutti. Donde el Papa Francisco hace un diagnóstico de la realidad, que vivimos y advierte que hay una penetración cultural, de parte de los que controlan los recursos materiales y económicos. Estos pretenden que olvidemos el pasado, para partir desde cero dejando en pie solo el consumismo y el individualismo.

Francisco, teniendo en cuenta este panorama, aconseja especialmente a los jóvenes, que no se dejen llevar por esta concepción, que pretende ignorar la historia, porque son nuevas formas de colonización cultural y dominación. Y la mejor manera de dominar y avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y la desconfianza permanente, disfrazando ideas que defienden algunos valores, pero que favorecen la preponderancia del más fuerte y descalifican a los sectores más vulnerables, aumentando las distancias entre las personas, con la consecuencia de encontrarnos en una marcha lenta y llena de obstáculos, que dificultan la unidad; e impiden la resolución de conflictos con el aporte de todos.

Y en esta cultura que estamos gestando, sin un proyecto común y donde no se consideran a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres, discapacitados y ancianos y donde sólo cuentan los intereses de la parte, “útil y productiva, económicamente, de la población”. Estamos presenciando un descarte mundial. Para evitar esto necesitamos constituirnos en un “nosotros” que habitamos una casa común, para cuidar al mundo que nos rodea, como nos advierte Francisco.

La historia nos muestra, que sin efectivar el nosotros, no se puede construir el futuro y menos aún reconstruir lo que fue destruido. En 1945, luego de la Segunda Guerra, Europa estaba en ruinas y su población carecía de alimentos y viviendas; se necesitaban en forma imperiosa estrategias de supervivencia y se mantenía el racionamiento implementando en la guerra para que las necesidades básicas estuvieran cubiertas.

Había millones de refugiados, exiliados y desamparados que buscaban protección y Europa dependía de una fuerte voluntad de reconstrucción con una decisión inclusiva del concepto amplio de nosotros y de la ayuda del resto del mundo, para lograr una nueva realidad comunitaria, volviendo a trazar fronteras que hicieran posible reconstruir sus pueblos. Con el esfuerzo de todos, fueron dando pasos para lograr el proceso que los llevaría a concretar el proyecto común de una nueva Europa.

Trabajemos para mejorar nuestras decisiones, haciéndonos cargo de ellas, viendo que son mejorables. Pero no renunciemos a todo lo que con pequeñas decisiones hemos construido. Nuestra personalidad y pertenencia a una familia concreta y a una comunidad que sabemos nos apoya y se preocupa por nosotros. Y comprendamos que la paz solo se logra con los esfuerzos de personas que valoran a los demás, y que quieren ayudar a que cada persona logre ser plenamente como sueña serlo.

Apoyémonos en la enseñanza de la Iglesia y del Papa Francisco, y no nos preparemos para el futuro que construyen otros; sino más bien, seamos ingenieros y constructores de un futuro que soñemos nosotros. Viviendo en la fraternidad universal y la amistad social.

Los abrazo, Hermanos Todos en el Señor.

Colaboradores de la Pquia. San Cipriano, y Padre Daniel.

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