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General Las Heras

El diálogo y la amistad social

En un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia. Columna a cargo del padre Daniel Bevilacqua, de La Parroquia San Cipriano, dedicada a la reflexión espiritual.

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El Papa Francisco, en Fratelli Tutti (F.T. 198-205), nos habla de la importancia del diálogo, ya que para encontrarnos, entendernos  y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar.

El Papa nos dice que el verbo dialogar abarca varias acciones como, acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse y buscar puntos de contacto.

¿Qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades?

Hoy en día, el diálogo persistente no es noticia, como lo son los desencuentros y los conflictos, pero ayuda al mundo a vivir mejor.

En la actualidad, algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados, y otros la enfrentan con violencia destructiva, pero entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre está la opción del diálogo. Como por ejemplo el diálogo entre las generaciones, el diálogo en el pueblo.

Tengamos en cuenta que un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: La cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación.

Muchas veces, se suele confundir el diálogo con algo muy diferente, como lo son un irritado intercambio de opiniones en las redes sociales, orientados por información mediática no siempre confiable. Estos son sólo monólogos que actúan paralelos, quizás imponiéndose a la atención de los demás por sus tonos altos o agresivos. Pero los monólogos no comprometen a nadie y sus contenidos son oportunistas y contradictorios.

Suele ocurrir que, en lugar de realizar un diálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar respuestas superadoras, prima la costumbre de descalificar rápidamente al interlocutor, (visión contraria) aplicando palabras humillantes y lo peor de todo es que este lenguaje habitual, se ha generalizado de tal manera que la mayoría lo utiliza cotidianamente y lo hemos naturalizado.

El auténtico diálogo social, supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que tenga algunas convicciones e intereses legítimos. Desde su identidad, el otro tiene algo que aportar, y es deseable que profundice y exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía.

En un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y esmerarnos juntos por el bien común.

En este mundo globalizado, los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, y a que notemos un renovado sentido de unidad de la familia humana, que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos. Pueden ayudarnos en esta tarea, las redes de la comunicación humana, que han alcanzado grandes niveles de desarrollo.

En particular, internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos. Esto es algo bueno, si se lo considera como don de Dios. Pero es necesario verificar constantemente que las actuales formas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsqueda sincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los considerados últimos, a la tarea de construir el bien común.

En consecuencia de lo dicho, podemos decir que los héroes del futuro serán los que logren romper la falta de diálogo y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales.

Dios quiera que estos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad para alcanzar la amistad social.

Yo espero que podamos aprender a dialogar intercambiando opiniones, y trabajar mucho por hacer comprender que buscamos ideas, que nos lleven a superar la costumbre de descartar a las personas que no nos resultan un aporte a nuestra actual estructura social. Espero que podamos ser un aporte para los futuros miembros de la comunidad, de manera que ellos puedan a su vez ser los constructores de una civilización, donde todos sean vistos como amigos, o mejor aún hermanos.

Los abrazo, Hermanos Todos en el Señor.

Colaboradores de la Pquia. San Cipriano, y Padre Daniel.

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