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General Las Heras

La arquitectura y la artesanía de la paz

Columna a cargo del padre Daniel Bevilacqua, de La Parroquia San Cipriano, dedicada a la reflexión espiritual.

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En Fratelli Tutti, el Papa Francisco nos muestra su interés por la paz, como logro de un trabajo conjunto de toda la sociedad. Y manifiesta que, para alcanzarla es necesario tratar de identificar bien los problemas que atraviesa una sociedad y aceptar que existen diferentes maneras de mirar las dificultades y de resolverlas. Así frente a este objetivo común, se podrán aportar diferentes propuestas, distintas experiencias para trabajar por el bien de todos.

Los obispos de Sudáfrica, enseñan que la verdadera reconciliación se alcanza de manera proactiva, formando una nueva sociedad basada en el servicio a los demás, más que el deseo de dominar; una sociedad basada en compartir con otros lo que cada uno posee, más que en la lucha egoísta de cada uno por la mayor riqueza posible; una sociedad en la que el valor de estar juntos como seres humanos es definitivamente más importante que cualquier grupo menor, sea este la familia, la nación, la raza o la cultura. Y los Obispos de Corea del Sur señalaron que una verdadera paz, sólo puede lograrse cuando trabajamos por la justicia a través del diálogo, persiguiendo la reconciliación y el desarrollo mutuo.

El esfuerzo duro por superar lo que nos divide sin perder la identidad de cada uno, supone que en todos permanezca vivo un básico sentimiento de pertenencia a un grupo de personas. Porque la sociedad gana cuando cada persona y cada grupo social, se siente verdaderamente en casa. Por ejemplo en una familia, si uno tiene una dificultad, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos. En una familia las peleas son reconciliaciones después. Las alegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos. Entonces la pregunta que surge es, ¿Amamos a nuestra sociedad o sigue siendo algo lejano, algo anónimo, que no nos involucra, no nos importa, no nos compromete?

Los procesos efectivos para lograr una paz duradera son ante todo transformaciones artesanales obradas por pueblos, donde cada persona puede ser fermento e impulso eficaz con su vida cotidiana. Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios.

Hay una “arquitectura de paz”, donde intervienen diversas instituciones de la sociedad, pero hay también una “artesanía de la paz” que nos convoca a todos como individuos que desean ser miembros responsables de una sociedad. Donde vamos aprendiendo que es superador seguir caminos de pacificación, de predominio de la razón sobre la venganza, de armonía entre la política y el respeto de los derechos universales de las personas.

Hay que tener en cuenta lo siguiente:

  1. No hay un punto final en la construcción de la paz social de un país, sino que es una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos, para perseverar en favorecer la cultura del encuentro, que nos pide colocar en el centro de toda acción política, social, y económica, a la persona, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común.
  2. La paz no sólo es ausencia de guerra, sino el compromiso incansable, de reconocer, garantizar, y restaurar la dignidad, tantas veces olvidada o ignorada, de incontables hermanos nuestros, para que puedan sentirse los principales protagonistas del destino de su nación. Esta sería especialmente la tarea de aquellos que dirigen las naciones y ocupan cargos de mucha responsabilidad.
  3. Quienes pretenden servir al establecimiento de la paz de una sociedad, no deben olvidar que la iniquidad y la falta de desarrollo humano integral, no permiten generar paz.

Todos nosotros deseamos que estos grandes proyectos los inicien otros, que los desarrolle gente con más capacidades creativas. Leer este pasaje de Fratelli Tutti, me hizo recordar al joven Mateo Salvatto que pensaba que alguien debía desarrollar una aplicación para ayudar a quienes tienen problemas auditivos. Pero esa aplicación no aparecía, y decidió ser él quien la desarrollara. Así comenzó a trabajar en la aplicación háblalo, que hoy funciona en muchos países. Este joven que hoy tiene 22 años no se detuvo a calcular la dificultad de la tarea, sino que se puso en marcha. Hoy es una figura de gran influencia en el ambiente educativo de nuestra sociedad. Yo creo que hay muchos Mateo Salvatto, pero que les falta el impulso y el apoyo de nuestra sociedad para emprender desafíos de estas magnitudes. Estas respuestas creativas producen cambios sociales de inclusión de muchas personas, y esto conduce a la paz. Con muchos de estos constructores se edifica artesanalmente una sociedad del encuentro.

Si hay gente como él, que se animó a grandes ideas, sin miedo a equivocarse. ¿Qué podemos nosotros realizar artesanalmente al servicio de la cultura del encuentro y la amistad social? Todos los dones y talentos que Dios nos ha confiado, están listos para ser puestos al servicio de todos, especialmente de los más pobres.

Los abrazo, Hermanos Todos en el Señor.

Colaboradores de la Pquia. San Cipriano, y Padre Daniel.

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