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General Las Heras

Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo

Las distintas religiones, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. Columna a cargo del padre Daniel Bevilacqua, dedicada a la reflexión espiritual.

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El Papa Francisco en Fratelli Tutti, (271-276) sostiene, que las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hija o hijo de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad.

El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace sólo por diplomacia, amabilidad o tolerancia. El objetivo del diálogo es tratar de lograr amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias en un espíritu de amor y verdad.

Es importante aceptar que las religiones poseen un gran potencial de paz, que constituye uno de sus valores fundamentales que servirían para fomentar activamente la justicia y la tolerancia como forma de abordar las dificultades y problemas de nuestro tiempo, sobre todos aquellos que desembocan en violencias.

Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad .Porque la razón por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no puede conseguir fundar la hermandad.

La base sólida para la hermandad, se funda en el amor de Dios, que alimenta las religiones.

Tenemos que reconocer que entre las causas más importantes de las crisis del mundo moderno se destacan una conciencia humana alejada de los valores religiosos, además del individualismo y de las filosofías materialistas que ponen los valores mundanos en primer lugar, ignorando a Dios.

Por esas razones, si bien la Iglesia respeta la autonomía de la política, no puede ni debe quedarse al margen en la construcción de un mundo mejor ni dejar de despertar las fuerzas espirituales que ayudan a la vida en sociedad. Es verdad que los ministros religiosos no deben hacer política partidaria, propia de los laicos, pero no pueden ignorar la dimensión política en todas las áreas de la vida, que supone una constante atención al bien común y a la preocupación por el desarrollo humano integral.

Por otra parte la Iglesia tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia y educación, sino que procura la promoción del hombre y la fraternidad universal.

Es de destacar a tal efecto, el Encuentro Internacional de Oración por la Paz titulado, “Nadie se salva solo. Paz y Fraternidad, realizado el 20 de octubre del 2020 en la ciudad de Roma, donde participaron el Papa Francisco y líderes religiosos de todo el mundo. El evento finalizó con la firma del llamamiento común por la paz, coincidiendo en muchos puntos de vista y resaltando en la necesidad de dar respuestas comunes, así como en la importancia de generar cambios en el modelo de sociedad actual que sean respuesta a las expectativas de los habitantes más pobres y vulnerables del mundo, con el objetivo de fundar las bases para lograr la fraternidad universal, única manera de construir una paz duradera.

La Iglesia, no pretende obtener poderes terrenos, sino ofrecerse como “un hogar entre los hogares”, para testimoniar y demostrar al mundo actual la fe, la esperanza y el amor de Dios. La Iglesia es una casa de puertas abiertas, una Iglesia que sirve, que sale de la casa, que sale de sus templos, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad, para tender puentes, romper muros y sembrar reconciliación.

Tenemos que tener la certeza de que entre las distintas religiones siempre es posible construir la paz, pero también es cierto que este objetivo en algunos casos se ha visto frustrado por las ideas fundamentalistas de  líderes  de algunos grupos, que impidieron que se realizaran los fines del espíritu religioso, que son la unidad y la paz.

Por eso pensamos que en este difícil momento de la humanidad, todas las personas creyentes, independientemente de la religión que profesen o posiciones culturales que tengan, pueden ofrecer aportes valiosos, para construir la fraternidad que conduce a la paz, cuidando nuestro casa común, dentro del cual nos encontramos todos, hijos de esta humanidad y de todo lo creado por Dios.

Los abrazo, Hermanos Todos en el Señor.

Colaboradores de la Pquia. San Cipriano, y Padre Daniel.

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