El Gobierno nacional confirmó la privatización total de Belgrano Cargas y Logística S.A., la principal empresa ferroviaria de transporte de cargas del país. La medida se oficializó este sábado a través de un anuncio del vocero presidencial Manuel Adorni en la red X, donde informó que el presidente Javier Milei firmó el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que dará inicio al proceso de venta de la compañía, cuyos activos pasarán a manos privadas.
«El Presidente Javier Milei acaba de firmar el decreto que da inicio al proceso de privatización total de la empresa Belgrano Cargas y Logística S.A.», publicó Adorni en su cuenta oficial. El decreto será publicado en el Boletín Oficial el lunes y marca un punto de inflexión en la política ferroviaria argentina.
El fin de la gestión estatal
La privatización de Belgrano Cargas implica que el Estado dejará de operar los trenes de carga y perderá el control sobre su infraestructura: vías, talleres, inmuebles y material rodante pasarán a gestión privada. Se trata de un cambio estructural que impactará en sectores estratégicos como la agroindustria y la minería, que dependen del ferrocarril para el traslado de sus productos.
La decisión no fue sorpresiva. Desde su llegada a la Casa Rosada, Milei expresó su intención de reducir el peso del Estado en la economía y avanzar con la privatización de empresas públicas. De hecho, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ya había adelantado el 27 de noviembre de 2024, durante su exposición en el Congreso, que Belgrano Cargas sería la primera en ser vendida.
Un nuevo capítulo en la historia de las privatizaciones
Con esta decisión, Milei pone en marcha su plan de desregulación económica y reforma del Estado. De acuerdo con Juan José Carbajales, de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ), en la década de los ’80 existían en el país casi 300 empresas estatales. Sin embargo, los primeros años del menemismo fueron una carrera de privatizaciones.
El corto período en el cual se concretaron una enorme cantidad de ventas de empresas estratégicas fue formidable: la primera fue ENTel, repartida entre Telecom y Telefónica de España. Luego fue el turno de los canales 11 y 13 y, en los meses siguientes, se vendieron Aerolíneas Argentinas, los trenes, los peajes, Segba, Obras Sanitarias de la Nación, el correo, Yacimientos Carboníferos Fiscales, Somisa y Gas del Estado—esta última con el escándalo del “diputrucho” incluido. En 1992, se concretó la venta de YPF, tal vez la más importante de todo el proceso privatizador. También se vendieron la Empresa Líneas Marítimas (ELMA) y centrales generadoras de energía eléctrica como Puerto Nuevo, Costanera, Dock Sud y Pedro de Mendoza.
Impacto y reacciones
Belgrano Cargas es clave en el entramado productivo del país, especialmente en el interior, donde conecta regiones agrícolas e industriales con los puertos de exportación. Su privatización genera incertidumbre entre los trabajadores ferroviarios, que podrían enfrentar despidos o reestructuraciones, y en las economías regionales, que podrían ver alterados los costos y condiciones del transporte de mercancías.
El anuncio también desató un debate sobre el futuro de la infraestructura ferroviaria en Argentina. Mientras el Gobierno defiende la privatización como un paso hacia la eficiencia y la reducción del gasto público, sectores de la oposición y sindicatos advierten sobre el riesgo de encarecimiento de tarifas y la posible desarticulación de rutas clave para el comercio nacional.
Milei apuesta a que el sector privado revitalice un sistema ferroviario que, históricamente, ha sido objeto de polémicas y crisis. La pregunta ahora es: ¿podrá el mercado garantizar la continuidad y expansión del servicio sin afectar a los sectores productivos que dependen de él?