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General Las Heras

Un corazón abierto al mundo entero

Columna a cargo del padre Daniel Bevilacqua, de La Parroquia San Cipriano, dedicada a la reflexión espiritual.

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El Papa Francisco nos insiste  que al decir que todos los seres humanos somos hermanos y hermanas, se plantea una cuestión que nos conduce a asumir nuevas perspectivas y a desarrollar nuevas actitudes. Y sobre todo cuando el prójimo es una persona migrante, se agregan desafíos complejos, para que sean integrados a una nueva sociedad y su cultura. Es verdad que lo ideal es que los países de origen tengan la posibilidad efectiva de vivir y de crecer en dignidad, de manera que puedan encontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral. Pero mientras no haya avances en este sentido, nos corresponde a todos, respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, y también realizarse integralmente como persona.

Los esfuerzos para integrar a las personas migrantes, pueden resumirse en cuatro verbos: Recibir, proteger, promover e integrar. Esto significa, recorrer juntos un camino a través de estas cuatro acciones, para construir ciudades y países que mientras conservan sus respectivas identidades culturales y religiosas, estén abiertas a las diferencias y sepan cómo considerarlas para lograr la fraternidad humana.

Esto implica dar algunas respuestas necesarias a las personas migrantes que escapan de graves crisis humanitarias. Por ejemplo, simplificar la concesión de visados, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables, ofrecer alojamientos adecuados, garantizar la seguridad personal, el derecho de tener documentos personales y darles la libertad de movimiento y de trabajo, proteger a los menores y posibilitar el acceso a la educación, garantizar la libertad religiosa, entre los derechos que se pueden considerar como más importantes.

Con respeto a quienes ya hace tiempo que han llegado a los países que los aceptaron y también participan de su estructura social, es importante aplicar el concepto de ciudadanía, que comprende la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos se amparan en la justicia. Por eso la sociedad debe alcanzar el sentido de la plena ciudadanía y renunciar a todo hecho de discriminación, para que nadie se sienta aislado e inferior.

Pero estas respuestas, sólo se logran, cómo fruto de un trabajo común entre todos los Estados, que constituyen la Comunidad Internacional, con una legislación global para las migraciones.

Hay que considerar que la llegada de personas diferentes, que proceden de una realidad social y cultural distinta, se convierte en un don, porque las historias de migrantes son historias de encuentros entre personas y entre culturas, y para las comunidades y sociedades a las que llegan son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo integral de todos.

Las culturas diversas que han gestado su riqueza a lo largo de los siglos, deben ser preservadas para no empobrecer este mundo, sin dejar de estimularlas para que pueda brotar algo nuevo de sí mismas en el encuentro con otras realidades, o sea descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos.

Podemos ofrecer ejemplos de estas oportunidades. La cultura de los latinos es un fermento de valores y posibilidades que puede hacer mucho bien a los Estados Unidos, y por ejemplo, en la Argentina, la fuerte inmigración italiana ha marcado la cultura de la sociedad.

En conclusión, podemos inferir que los inmigrantes, si se los ayuda a integrarse, son una bendición, una riqueza y un nuevo don que invita y estimula a las sociedades a crecer respetando las diversas culturas que la conforman.

Con la Palabra de Jesús, se confirma lo dicho: “LO QUE HAN RECIBIDO GRATIS, ENTREGUENLO TAMBIÉN GRATIS” (Mt 10,8).

De este texto deducimos los esfuerzos que debemos hacer quienes vivimos en países que reciben corrientes migratorias. A mi modesto entender, yo el Padre Daniel, creo que faltaría una exigencia a quienes llegan a tierras con culturas y leyes que se han desarrollado a lo largo del tiempo, para que hagan el esfuerzo de compartir nuestras normas culturales, sin  cerrarse en sus propias culturas, con el objetivo de lograr una mayor integración

FT 128-141.

Los abrazo, Hermanos Todos en el Señor.

Colaboradores de la Pquia. San Cipriano, y Padre Daniel.

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