Seguimos haciendo una lectura, comentada de la Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco en la Carta expresa claramente, que la “La vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas, en estas actitudes prevalece la muerte” F.T. 87 b.
Un ser humano está llamado a la vida de tal manera que no se realiza, no se desarrolla, ni puede encontrar su plenitud, si no es en la entrega de sí mismo a los demás. Y sólo se comunica realmente consigo mismo, en la medida en que se comunica con otro…
Desde la intimidad del corazón, el amor crea vínculos y amplía la existencia cuando saca la persona de sí misma hacia otro.
Si nos vinculamos en forma sana y verdadera nos abrimos a los otros que nos amplían y enriquecen, y si el amor es auténtico, ayuda a crecer en las formas más nobles de amistad, con corazones que se dejan complementar y completar.
La vida hecha de vínculos es tan contundente y real, que podríamos decir que sin vínculos no hay existencia humana. Por ejemplo: pequeñas poblaciones que sobrevivían en zonas desérticas desarrollaron una generosa capacidad de hospitalidad ante los peregrinos que pasaban. También las comunidades monásticas medievales, vivieron esta experiencia, aunque pudiera alterar el orden y el silencio de los monasterios, por eso, San Benito reclamaba que a los pobres y peregrinos se los tratara con el máximo cuidado y solicitud. Estas personas percibían que todos los valores que podían cultivar debían estar acompañados por la capacidad de apertura a los otros y desarrollo de vínculos.
La Palabra de Dios, nos da luz para entender la importancia de los vínculos, porque a lo largo de la Escritura se habla de la vida con otros, en comunidad y relacionándose entre hermanos que abren su corazón a todos para hacer un camino juntos. Dios nos eligió para que caminemos con El y nos vinculemos en el camino con los que salen al encuentro. Heb 13,2. “No se olviden de practicar la hospitalidad, porque por ella, algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”.
Dios nos hizo para que alcancemos la plenitud en el amor, porque hay en cada uno de nosotros un mandato, salir de sí mismo para hallar en otro un crecimiento de nuestro ser.
Y si nos relacionamos con vínculos sanos, basados en el amor, haremos posible la amistad social y la fraternidad universal.
Los abrazo, Hermanos Todos en el Señor.
Colaboradores de la Pquia. San Cipriano, y Padre Daniel.
