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La cuaresma como medio de reconciliación con el padre del cielo

Reflexión de la semana, sobre la espiritualidad de la Cuaresma 2021.

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Por el padre Daniel Bevilacqua

La Cuaresma es un llamado a hacer una buena confesión de nuestros pecados, para reconciliarnos con el Padre del Cielo; e iniciar la preparación a realizaciones o principios de reconciliación con los Hermanos. Estos pecados son la causa de nuestra ceguera o falta de luz espiritual. El pecado nubla y ofusca nuestra mente, mancha y rebaja nuestra afectividad, y debilita nuestra voluntad.

Y así enfermamos de ceguera espiritual, de indiferencia ante el dolor, de apatía anímica y de depresión, como el ciego de nacimiento que menciona el evangelio. El ciego que estaba tirado afuera del templo pidiendo limosna. Jesús espera que nos acerquemos a Él con fe, para expresar con confianza nuestros actos oscuros o turbios sabiendo que Él nos perdonará.

Esta persona, curada de la ceguera, tiene una visión impresionante: primero de misericordia sin medida de Jesús; y después de como Dios, le abrió el corazón para el encuentro con los otros que son sus hermanos y esperan de él respeto y compresión.

Jesús presenta su misión salvífica como un dramático conflicto entre la luz y las tinieblas. El mundo de los malvados se esfuerza por apagar la Luz de Cristo, porque los hombres que lo integran prefieren las tinieblas a la luz, ya que sus obras son malas. La hora de la pasión que viviremos en la Semana Santa es la “hora de las tinieblas” por excelencia. Nosotros tenemos que ser hijos de la luz y por ello caminar en la luz.

Tenemos que acudir a Cristo en la confesión, para que Cristo nos cure de la ceguera espiritual, que nos impide ver las cosas desde Dios y como Dios. Sólo los que se nieguen al proceso de conversión personal y de relaciones humanas, seguirán ciegos corazón, porque no quieren aceptar a Jesús. Engreídos, orgullosos, o ciegos, no nos dejamos iluminar por Jesús. Creemos ver el bien, poseer el recto conocimiento de Dios; pero en realidad, al cerrar los ojos a la luz, que es Cristo, vamos perdiendo el rumbo de la salvación.

En cambio, si volvemos a la sencillez y al recto camino que propone Jesús, entonces se abrirán nuestros ojos del corazón, a una fe que, nos permitirá reconocer a Jesús como salvador. Dejémonos transformar por la hermosura y luminosidad del mensaje central que la buena noticia que se nos presenta hoy: “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna.” Jesús es la luz, que nos posibilita ver el amor inquebrantable que Dios Padre tiene por todos nosotros.

Querida comunidad les hago llegar mi abrazo fraterno en Cristo Jesús. Bendecida semana. P. Daniel Bevilacqua.

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