El niño afgano Murtaza, que se hizo famoso por enfundarse una camiseta improvisada de Lionel Messi, vivió dos años para el olvido tras conocer al astro argentino. Hoy, el pequeño huyó de su hogar junto a su familia.
La criatura de siete años alcanzó la fama mundial en 2016 cuando una fotografía en la que se le veía ataviado con una bolsa de plástico, de franjas azules y blancas y con un «Messi 10» pintado en la espalda, se hizo viral.
En una entrevista con EFE, el hermano de Murtaza detalló el calvario de la familia que debió huir de su pueblo en el sur de Afganistán por una ofensiva de los talibanes. Ghazni era considerada el área más segura y pacífica en los últimos 17 años de conflicto, pero la relativa calma acabó a principios de noviembre cuando los talibanes irrumpieron en la región, forzando a más dos tercios de la población a huir en busca de refugio.
Sin embargo, antes de que llegaran los talibanes, la familia ya recibía continuas amenazas telefónicas a causa de la repentina fama de pequeño, explicó su hermano mayor, Humayoon Ahmadi, de 17 años.
«Después de que Murtaza conoció a Messi en Qatar, la situación se volvió complicada y vivíamos con miedo, porque la gente de nuestro entorno pensaba que Messi nos había dado un montón de dinero», lamentó Ahmadi.
Hasta que las amenazas se hicieron insoportables y la familia tomó el camino del exilio a Pakistán en mayo de 2016, con la esperanza puesta en alcanzar los Estados Unidos.
Dos años después de encontrarse cara a cara con Messi, Murtaza no ha olvidado una promesa que le hizo el argentino en su viaje a Qatar. «Messi me dijo ‘cuando seas un poco mayor, arreglaré las cosas para ti'». El niño no ha tenido contacto con con el futbolista desde entonces. «Llévame contigo, aquí no puedo jugar al fútbol, aquí solo hay ‘daz-dooz'», pidió, imitando el sonido de las explosiones y disparos.
«Echo de menos nuestra casa en Jaghori, aquí no tengo un balón y no puedo jugar al fútbol o salir fuera», lamentó el joven a Efe en Kabul, donde él y su familia se refugia desde hace dos semanas.
Murtaza, sus padres y sus cuatro hermanos viven en una más que modesta habitación en un edificio compartido con un vecino en una de las colinas en el oeste de la capital, tras haber recalado por un tiempo en la provincia vecina de Bamyan.
Al pequeño se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda que las dos camisetas firmadas y el balón que le regaló Messi, al que llegó a conocer en 2016 en Catar, se quedaron abandonadas en su hogar.
Fuente: EFE